antonioPJ
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| Tema: LA CUARTA DIMENSIÓN - El Cuerpo de Luz, nuestra Alma Inmortal Dom Mayo 22, 2016 3:44 pm | |
| EL CUERPO DE LUZ, NUESTRA ALMA INMORTAL(Extractos de “ LA CUARTA DIMENSIÓN” Cap. VII “ La Perfección” – Págs. 93 a 95) Como la realidad final del desarrollo del feto, es la perfección de un cuerpo físico, para ser animado por una conciencia despierta a la 3ª dimensión, también la realidad final del desarrollo del Universo, es la perfección de un cuerpo radiante, para ser animado por una conciencia despierta a la 4ª dimensión.
Como hay una realidad fuera del tiempo de gestación del niño, hay una realidad fuera del tiempo de gestación del Universo. Y esta realidad, a la que vamos a nacer bien pronto, no es espacio, no es energía ordenada hasta la vibración propia de la materia, sino tiempo, que es luz, energía vibrando en el mismo orden que la luz. Una realidad de luz, intemporal, una realidad que no conoce la muerte, una realidad eterna.
Pero esta realidad perfecta que estamos alcanzando con el ordenamiento universal, no es el fin de nuestra propia perfección, sino que es tan sólo, el comienzo.
El fin de la perfección cualitativa del alma, es el comienzo de la perfección cuantitativa del alma.
Igual que no es la perfección cualitativa del niño, al nacer, el fin de su perfección, sino que es tan sólo, el comienzo de su perfección cuantitativa, en la dimensión a la que acaba de nacer.
Como el desarrollo del feto es un viejo proceso, que sólo resulta novedoso para la conciencia que despierta al nacer, también el desarrollo del Universo es un viejo proceso, que sólo resulta novedoso para nosotros.
Sabiendo que no es nuestra voluntad ni la voluntad de la conciencia universal, quien ordena el desarrollo universal, y sabiendo que el final de tal desarrollo es la eterna perfección, deberíamos limitarnos a observar más y actuar menos, porque actuando sin comprender el Plan de quien ordena la perfección, podemos perjudicar tal Plan y retrasar nuestro propio desarrollo, que es la perfección de nuestro propio cuerpo inmortal.
Como el cuerpo humano es una obra original de Dios, un regalo que recibimos por herencia de nuestros padres, para despertar la conciencia a su primera realidad, yo soy, y para descubrir su fuerza, sensibilidad e inteligencia, en esta dimensión en desarrollo; también vamos a recibir un nuevo regalo de Dios, por herencia de la conciencia universal, que es mejor regalo. Un cuerpo perfecto, inmortal, para ir descubriendo nuestra mayor perfección por la Eternidad, que es la 4ª dimensión.
Es decir, hay un desarrollo cualitativo en el vientre materno, y un desarrollo cuantitativo fuera del vientre materno, que es tiempo insuficiente para comprender que somos inmortales en realidad. Y aún más, eternos, y que necesitamos muchas vidas, sumando conciencia de perfección, para alcanzar a comprender nuestra propia perfección inmortal.
Aunque la mente no tiene más memoria, que la del poco tiempo que vive, lo cierto es que tenemos otro desarrollo que se va gestando a lo largo del tiempo de muchas vidas, que es el desarrollo cualitativo del alma; la memoria de muchas vidas. Mucho tiempo de perfección que no es visible en esta dimensión.
El cuerpo humano, no sólo es perfecto en sus tres dimensiones espaciales. También contiene un potencial de perfección voluntaria en el tiempo. Esta perfección es el alma y de ella forma parte la voluntad.
La memoria de todas nuestras vidas y toda la fuerza, sensibilidad e inteligencia desarrolladas por propia voluntad, son la realidad del alma al despertar, su propio pasado, su propio desarrollo, su propio orden, su propia perfección dentro de la perfección universal.
Bien está, saber que el Plan de Dios es regalarnos un cuerpo inmortal y un Cielo eterno. Y que no debemos alterar el Plan perfecto de Dios, porque así alteramos nuestro natural desarrollo. Pero si además conociéramos el orden que rige el desarrollo de la perfección universal y la nuestra propia, podríamos actuar con mayor libertad dentro del orden eterno, que es el orden de Dios, porque sin comprenderlo, aún con la mejor voluntad, podríamos arruinar y desordenar, lo que no sabríamos reponer u ordenar.
La 4ª dimensión es el orden perfecto y eterno de Dios, y no conoceremos perfección hasta nacer en la Eternidad. Por ello no debemos aspirar a perfeccionarnos, tanto como a vigilarnos, para no malograr nuestro natural desarrollo, una perfección tan grande que la mente ni puede imaginar.
Es decir, que en esta dimensión no debemos preocuparnos por ser más perfectos, porque esto se aprende mejor en la 4ª dimensión, donde el futuro está a la vista. Aquí debemos ocuparnos en reponer y ordenar lo que hayamos arruinado y desordenado, poniendo buen cuidado en no alterar el desarrollo natural del prójimo y la Naturaleza. Porque de lo contrario, no nacerá perfecta nuestra alma, y al igual que un niño, que no nace perfecto, cuesta mucho más arreglar después, lo que no se hizo bien en su tiempo.
En la nueva dimensión, (nueva para nosotros) que vamos a nacer en ella, no sólo está todo perfecto en su luz y su color desde la más pequeña perfección hasta la más grande y sublime.
Además, hay un lugar propio para cada ser humano, según sea la perfección misma de su alma. Es decir, que todos tenemos una reserva en el Cielo, y su categoría depende de la categoría que alcance nuestra perfección.
Es importante comprender, que lo que hacemos o dejamos de hacer en esta dimensión tiene efecto en la siguiente, por lo que nuestra libre voluntad es espada de doble filo, es nuestra propia voluntad quien nos premia o nos castiga en el Cielo.
Despertar a la perfección del alma, es obra de muchas vidas, pero bien que podemos estropear en una sola vida, lo que tanto nos habrá costado conseguir; porque hemos desarrollado un gran poder de destrucción, mientras la conciencia universal nos está mostrando paso a paso la creación del Universo.
Pretender perfeccionarnos sin conocer el Plan de Dios, es igual que entrar en el desarrollo del feto, pretendiendo perfeccionar el orden de su desarrollo.
Sólo el respeto al orden natural puede garantizarnos nuestra propia perfección final.
De modo que estar alerta a la realidad de nuestro desarrollo, que transcurre en el ahora, es mejor educación, que seguir los planes que la mente proyecta, intentando asegurarse un porvenir en el tiempo. | |
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