Buenas tardes a todos. Dando secuencia a nuestro ciclo de conferencias aquí en nuestro espacio “Camino de la Luz”, el tema que hoy escogimos es hablar sobre Jesús… pero hablar sobre Jesús desde un enfoque diferente, porque todo el mundo está saturado de oír sobre Jesús, ¿eh?, las Enseñanzas de Jesús…
En la conferencia de hoy yo quiero hacer una comparación con el Budismo y Taoísmo chino, que juntos hacen el Zen, el Budismo Zen… con la filosofía de Jesús, con la forma en que Jesús enseñaba, simplemente para intentar mostrarles una idea, de que posiblemente Jesús, desde los 13 a los 30 años, conoció con extrema profundidad el Budismo. Y el Budismo influenció profundamente su forma de enseñar, su forma de ver el Universo, porque cuando Jesús comienza a predicar allí en Galilea, realmente él era una figura muy diferente, muy diferente, de los pastores de entonces, de los Profetas de entonces… la propia doctrina judaica. Entonces, ¿cómo surgió eso?
Entonces, yo voy a recordarles una de las principales parábolas de Jesús y voy a compararla con la visión budista. ¿Okey? Para mostrarles que Jesús tenía mucho de Zen, mucho de Budismo en toda su doctrina, y pasó eso para sus discípulos, y el propio Evangelio de Jesús después quedó muy influenciado por aquella visión budista de las cosas. Aún así es obvio que él tenía que adaptar esa visión budista un poco al pueblo, a la cultura del pueblo allí en aquella región. ¿Okey? Entonces, vamos a comenzar.
En el Budismo clásico, en el Budismo clásico, no existe un Mandamiento que venga de lo Alto, no existe una doctrina impuesta por Dios, tampoco en el Taoísmo. ¿Okey? Entonces, clásicamente, en el Zen, en el Zen no existe el concepto de “pecado”, porque en realidad, en el Judaísmo clásico usted tiene ¿qué?: un modelo de un Dios, un Emperador, Reglas y Leyes, para seguirlas los de abajo. Entonces, en el Judaísmo clásico usted tiene a Dios, dictando los 10 Mandamientos para Moisés, o sea, vamos a decirlo así, un Dios, una forma de Dios personal interviniendo, conversando con la persona, dictando Reglas y Leyes para que la Comunidad, la Sociedad las siga. ¿Okey? Eso en el Budismo no existe. Voy a mostrarles varios pasajes budistas, que demuestran que no hay una visión de un Dios interfiriendo y dictando Reglas y Leyes para que la población las siga, para que la plebe las siga. Y vamos a ver cómo Jesús demuestra eso. ¿Okey? ¿Cómo Jesús demuestra eso en su Enseñanza?
Entonces, es obvio que cuando usted viola un “Mandamiento”, usted comete un “Pecado”. Entonces, en la visión Zen, ¿quién crea el “pecado”? En la visión Judaico-Cristiana, si usted pregunta quién crea el “pecado”, luego viene la figura del Demonio. ¿Quién crea el “pecado” sino el Demonio? Incitando al hombre, incitando a la Humanidad, a ir por el camino del Mal. Se crea esa figura antagónica a Dios: el Demonio. Ya en el Budismo Zen, como no hay una doctrina que venga de lo Alto, ningún Dios dictando Reglas y Leyes, yo pregunto: ¿Qué es “pecado”? ¿Qué es “correcto” y qué es “errado”, sino solamente una cuestión del juicio humano? Cada cultura crea su concepto de “correcto” y “errado”, pero delante de las fuerzas superiores de lo Alto, ¿qué es “correcto” y qué es “errado”?
Entonces, vamos a ver un pasaje de Jesús, vamos a analizarlo por el lado Zen, y vamos a contar una historia Zen, para que ustedes comparen las dos ideas y vamos a ver qué interesante.
Primer aspecto: el concepto de “correcto” y “errado”.
Muy bien. Vamos a analizar la Parábola, o no ya la Parábola sino la situación de la mujer adúltera condenada a ser apedreada.
Entonces, cuenta la Historia por la Ley Judaico-Cristiana… perdón… por la Ley Cristiana no, por la Ley Judaica, que una mujer que comete adulterio es condenada a muerte por apedreamiento. Oigan, no se espanten por eso, porque estos días recientes, allí en Irán, fueron cuatro mujeres condenadas a ser apedreadas por adulterio, y fueron muertas, ¡hoy! ¿El hombre si comete adulterio será también apedreado? Ahí esta la Historia, ¡un pueblo machista! Un pueblo donde la mujer no podía entrar en la sinagoga, no podía estudiar, no podía rezar, no podía orar con los hombres. Entonces, van a ver cómo Jesús va a enfrentar todas esas “leyes” y todas esas “costumbres”, trayendo otra visión, otro pensamiento.
Entonces, Jesús llega a esa situación, interviene a la hora del apedreamiento y habla:
- “¡Oigan, paren ahí! ¿por qué van ustedes a apedrear a esa mujer?”
- “¡Eh! ¡Porque es una adúltera! ¡Adúltera! Está condenada a muerte por apedreamiento.”
- “¡Esperen un momento! ¿Quién de ustedes está libre de pecado? ¡Que tire la primera piedra! Delante de Dios ninguno de ustedes está libre de pecado.”
Es obvio, ¿eh? la religión Judaico-Cristiana fue a montar todo encima de los “pecados”. ¿Quién no tiene algún pecadillo oculto consigo y con el prójimo? ¡Je! ¡Je! ¡Je! Vamos, que no todo el mundo se escapa de aquella historia. Todo el mundo pasa por el auto-juzgamiento dentro de este Sistema, pueden estar seguros.
Y continúa contando la historia, que las personas van apartándose por miedo de cometer un error más, y Jesús mira para la mujer y le dice así, después de que todos se fueron:
- “Mujer, ¿alguien te condena?”
- Ella le responde: “No.”
- Y él le dice: “Entonces mucho menos yo. Vete en paz.”
La Biblia dice: “Vete y no peques más”. Eso es una bobada. Él no iría a decir eso de “Vete y no peques más”, porque ella para él no cometió ningún pecado, ningún error. ¡Es sólo una cuestión de costumbres! No delante de Dios. Jesús no juzgaba de esa forma que los hombres juzgan a las personas, con sus costumbres, con sus modelos.
Un maestro de Tantra jamás juzgaría. ¿Quién es dueño de quién, eh, en este mundo? ¿Quién tiene autoridad para ser dueño de mi mujer, de mi marido, de mi hijo, eh? ¿Creen que Dios va a interferir en aquella cuestión de: mi marido, de mi mujer…? ¡Ja!
Entonces, vamos a ver por qué Jesús no condenó. ¿Qué Principio él usó? Entonces vamos allá…
En el Budismo auténtico, no hay correcto o errado, no hay juicio. Hay un pasaje budista muy interesante que es la historia del gato. ¿Alguien oyó hablar de la historia del gato? Es una leyenda, que no se sabe muy bien si es o no verdad, pero está muy bien para explicar la situación…
Entonces, cuenta la Historia que había un monasterio budista, y en ese monasterio budista el maestro se fue de viaje. Y hay un gato en ese monasterio, que paseaba por todos lados, todo el mundo cuidaba del gato… Y había dos alas de alojamiento, ¿saben?, en cada extremo del monasterio, y unos días el gato dormía aquí y otros días dormía allá, en fin…
Ahí tenían un segundo maestro en el lugar, en sustitución del primer maestro. Él entra en la recepción y ve una discusión fervorosa entre todos los discípulos aquel día:
- “¡No, el gato es nuestro!”
- “¡No, el gato es nuestro!”
- “¡Es mío!”
- “¡El gato es de nuestra ala, él se queda allí todo el tiempo!”
- “¡No, el gato duerme aquí con la gente, la gente le da comida!”
Una discusión: “El gato es mío”, “el gato es mío”, “el gato es mío”… Una discusión.
El maestro entra y ve aquella discusión de la propiedad del gato. Va para la cocina y coge aquel gran cuchillo de cortar legumbres, ¿lo conocen ustedes? Coge al gato, lo pone en la mesa, levanta al gato y dice así a los discípulos:
“Alguno de ustedes, diga ahora una palabra justa, para que no corte este gato por la mitad”.
Presten atención a lo que el maestro pidió, él pidió lo siguiente: “Diga una palabra justa para que no corte este gato por la mitad”.
Los discípulos todos muertos de miedo, callados por miedo a abrir la boca, decir algo equivocado y que el maestro vaya a cortar al gato por la mitad. ¿Entienden? Se quedaron todos en silencio y no hablaron absolutamente nada.
Y el maestro con el cuchillo levantado: “¿Van a hablar o no?”
Nadie habló y entonces el maestro: “¡Pum!”
Cortó al gato por la mitad, y dio una parte para cada uno.
Los discípulos no entendieron absolutamente nada y se quedaron absolutamente irritados con el maestro.
Pasa una semana, llega el gran sacerdote So-Hun, e inmediatamente los discípulos corren hasta él para contarle la historia, para contárselo al maestro y ver si éste reprendía al otro maestro, ¡porque no concebían cortar al gato por la mitad!
Se dice que oyendo la historia, ese sagrado sacerdote reía, y reía, y reía a más no poder…
Cogió sus sandalias…
Se las colocó en la cabeza…
Y salió riendo, y riendo, y riendo, y se fue…
Y los discípulos una vez más, quedaron boquiabiertos…
E indignados, creyendo que el gran maestro iría a reprender al otro, decirle alguna cosa. ¡Je! ¡Je! ¡Je!
Ahora yo les pregunto: ¿Cuál es la moraleja de la historia? Punto para cualquiera de ustedes. ¿Si alguno de ustedes hubiera estado allí se hubiese salvado el gato o no? ¿Tendrían sabiduría suficiente para salvar al gato? Si oyeron una conferencia de Zen que di antes entonces eso no vale, ¿eh? ¡Je! ¡Je! ¡Jeee! Es muy difícil que ustedes acertasen, si no se han imbuido en la doctrina Zen ustedes no aciertan.
Después de mucho estudiar Zen, creo que si yo hubiese estado allí habría salvado al gato, pero tengo que haber estudiado bastante porque si no… ¡le cortaba también! Tengan esto por seguro: Nadie puede poseer nada según la doctrina del Zen, ¡eso sería una bobada! Primero, presten atención a la base de la doctrina Zen, a la base de la doctrina budista, ¿qué es lo que el maestro les pidió que dijesen? Una palabra justa. Pero en el Zen no hay juicios, por lo que si el discípulo le hubiese dicho al maestro que en el Zen no existe nada como “una palabra justa” ¡entonces estaba salvado el gato! Porque allí aprende que nadie puede poseer al gato, no existe correcto o incorrecto, no existe idea de propiedad.
¿Entienden ahora? El maestro vio que no habían aprendido nada de las enseñanzas Zen, cortó al gato por la mitad y entonces los discípulos quedaron indignados. Y cuando llegó el maestro más viejo, ¿qué es lo que le pidieron los discípulos que hiciese?, ¡juzgar al maestro nuevo! Y él rió y rió y rió, ¿por qué rió y se colocó las sandalias en la cabeza riendo? Para mostrar que su cabeza era idéntica a los pies, ¡no juzga! ¡Je! ¡Je! ¡Je! No hay correcto o errado. Él rió porque entendió profundamente lo que el otro maestro quería hacer con los discípulos, fueron ellos los que no entendieron nada. Y no crean que ellos son como aquí dando explicaciones para entenderlo, ¡probablemente lo entenderán de ahí a diez años, o después de su existencia!
En el Zen no existe entonces idea de “correcto o incorrecto”, ni “juicios”, ni “pecados”… Ahora bien, manden a un monje Zen juzgar a una adúltera. ¡Él no va a hacer nada! Juzgar es cosa de personas dolientes, que crean dogmas y leyes a su propia conveniencia, no para el bien de los demás. Los poderosos y los políticos siempre crearon leyes a su favor, y nosotros como idiotas tenemos que seguir las leyes, ¿eh? Pagar “impuestos” y una serie de cosas de esas que son sólo para meter mano en sus bolsillos.
Entonces, vean que hay una serie de cosas, una serie de situaciones, en que Jesús no actúa como un judío. Él no puede haber aprendido nada allí, con los maestros judíos, porque los sacerdotes judíos tirarían piedras a la cabeza de la adúltera, y matarían a la mujer, simplemente estarían cumpliendo la ley judaica. Pero Jesús era una persona diferente allí. Si él era una persona muy diferente, ¿dónde aprendió esa doctrina? Algunas personas pueden decir: “¡Ah, eso le viene de Dios, le viene de lo Alto!”, pero no olviden que puede haberle venido del Budismo, porque el Budismo viene de Dios también. Porque exactamente lo mismo que él usó en esta parábola, en este pasaje, él usó un conocimiento Zen, él usó el conocimiento de que no puede juzgar a las personas, no forma parte de su doctrina decir lo que es acertado y lo que es errado.
Inclusive, fundamentalmente, ustedes pueden percibir que Jesús no dejó ninguna Regla ni ninguna Ley, él no dejó ningún Mandamiento, sólo dijo lo siguiente: “La única cosa que voy a darles un toque a ustedes es: Amaos los unos a los otros”. Es el único “toque”, eso no es ningún Mandamiento, es una “pista”, es un “toque”. Si las personas se amasen… pero continúan en conflicto, continúan los conflictos generando esa energía. Pero el único “toque” que Jesús colocó es: “El secreto es el Amor”. Si usted desarrolló un amor profundo dentro suyo, no va a haber masacres en el mundo, nadie va a hacer pasar penas a nadie, todo el mundo va a vivir en una profunda armonía, por tanto el amor es la base de toda organización social, y no necesita de leyes, ¡ninguna ley!, o usted vive el amor o tiene leyes.
Entonces, esa es una parábola interesante.