La seguridad verdadera es la acción protectora que los padres brindan a sus hijos para darles oportunidad de conquistar su propia libertad, ejercitando y dominando sus habilidades naturales.La libertad sólo puede lograrse con el perfecto dominio de las propias facultades y esto sólo es posible poniéndolas a prueba, ejercitándolas en la vida real y la vida real no es la seguridad, sino una montaña de incertidumbres que hay que escalar asegurando cada paso hacia la cima, que es la libertad, o bien regresar por los pasos seguros hasta el principio, que es la seguridad.
Podemos aferrarnos a la seguridad y sacrificar nuestra vida para servirla e incluso podemos sacrificar la vida de otros para servirnos, pero sólo enfrentándonos desnudos a la realidad que somos, conoceremos el verdadero propósito de nuestra vida.
El problema para mi hermano era que el camino de la Seguridad estaba perfectamente trazado por la propia seguridad. Tan sólo había que seguirlo desde el colegio al instituto y del instituto a la universidad, por el título que certifica la obediencia a los logros de la seguridad, a cambio de un lugar propio en el regazo de la misma Seguridad. Que como buena madre ofrece seguridad a sus hijos aunque sin comprender que su excesivo celo protector les priva de conocer a su padre, la Libertad. Y por no saber remediar su viejo carácter envidioso, contagia a todos sus hijos de envidia por ser más. Manteniendo a todos en completo desorden, sin conocer felicidad, pretendiendo además que las cosas son así y no se pueden cambiar. ¡Qué gran paciencia tiene la libertad y cuánto debe amar a sus hijos!,
educados por la seguridad sin saber decirles No cuando deben dejar de mamar.Pero el camino de la Libertad no estaba trazado, sencillamente estaba olvidado, cuando es el ejercicio de la libertad quien ha de descubrirle al hombre una fuerza y un poder insospechados en el propio hombre.
Encontrar el camino de la libertad no era posible en los dominios de la seguridad. Había que trazarlo de nuevo y mi hermano no sabía como hacerlo.
Se sentía atrapado por su propio concepto de Libertad.Me daba muchas charlas sobre sus propias reflexiones, reflexiones que yo entonces no atendía, pero con el tiempo he ido abriendo mi mente, comprendiendo el fondo de sus inquietudes y el significado de sus parábolas y cuentos para hacerme comprender.
Como ejemplo, contaré al lector este cuento que me sirvió para comprenderle mejor:
"Si robas una pareja de elefantes a la selva que los acoge en su seno y les ofrece su propia seguridad y su propia libertad, con la intención de hacerlos trabajar en tu beneficio, tendrás que doblegar su voluntad y domesticarla para ser obediente a tu voz, además de ofrecerles un lugar y alimentos similares a los que obtenían por sí mismos de su selva.
Con paciencia, conseguirás que además de obedientes, logren memorizar tus órdenes y hasta realizar ciertos trabajos para ti. Pero no conseguirás hacerles olvidar su verdadera seguridad y su verdadera libertad. No podrás evitar un poso de tristeza y añoranza que desde el fondo de su alma se verá reflejado en sus ojos hasta el día de su muerte.
Pero no desesperes, hasta el peor de los esfuerzos tiene su recompensa, la pareja infeliz de elefantes tuvo hijos, que jamás conocieron la selva, ni su verdadera seguridad ni su verdadera libertad. Ellos se verán felices por servirte porque para ellos la seguridad está en comprender y obedecer tu voz y su libertad está en el trazado o el recinto que tú les marques.
Para estos elefantes el camino de la seguridad y la libertad verdaderas estará sencillamente, olvidado. Y en la realidad, habrán retrocedido tanto en su propia evolución, que si pretendieras devolverlos a la selva de sus padres se verían en grandes dificultades para sobrevivir, para ser lo que ellos son realmente ¡elefantes! dueños y señores de la selva.
La cuestión, me decía, es si tienes derecho a hacerle esto al elefante y si tienes derecho a hacértelo a ti mismo, porque al privar al elefante del ejercicio de su libertad, te privas a ti mismo de ejercitar y desarrollar tu propia libertad, y por vivir de su fuerza, perderás la tuya, y por vivir de su poder, perderás el tuyo, y al final del tiempo, cuando reine la libertad, te pasará como al elefante que no sabe sobrevivir en su propio ambiente natural, y te verás como esclavo en el reino mismo de la libertad".
Años más tarde, más maduros los dos, cuando yo debía decidir sobre mi futuro, mi hermano me recordó el cuento del elefante y añadió una prolongación:
"El elefante salvaje que vive en su selva disfrutando de la libertad que reina en ella, encuentra la seguridad en su propio ejercicio, esto es en el desarrollo de su propia habilidad como elefante.
Su seguridad es no dejar de ser elefante, no dejar de ser él mismo, porque tratando de imitar a otro animal de la selva se vería limitado por su propia naturaleza de elefante, por la adaptación natural del poder y la fuerza propios del elefante, que es producto de la especialización de muchas generaciones anteriores de elefantes.
De modo que la verdadera seguridad del elefante está en ser elefante, la del león en ser león y la de la tortuga en ser tortuga.
Todos los elefantes salvajes aprenden de sus mayores las habilidades necesarias para obtener su comida y todos los elefantes salvajes del mundo comen igual, como todas las águilas vuelan igual y todos los leones cazan igual; pues una sola alma, dividida, ánima a todas las águilas y una sola alma, dividida, ánima todos los elefantes. Pero los hombres tienen un alma individual, cada uno posee una fuerza y un saber propios y sus habilidades naturales son diferentes, de igual modo que el elefante no puede imitar al león, tampoco un hombre puede imitar a otro, sin dejar de ser él mismo y sin perder su verdadera seguridad y su verdadera libertad.
Así, siendo lo que son, el elefante, el león y la tortuga encuentran su lugar propio en la selva y aseguran su vida sobre la tierra y aseguran la libertad de sus hijos.
Ser elefante es su seguridad y actuar como elefante, su libertad.Sólo siendo uno mismo, confiándose sólo al poder y la fuerza propios, ejercitándolos, perfeccionándolos cada día un poco más, alcanzaremos la verdad que somos y sólo esa verdad que somos nos hará libres; porque cada uno tiene reservado su lugar y su función propia dentro de la Macrocreación que es el Universo, al final de su tiempo de desarrollo, su tiempo de gestación. De igual modo que nuestras células y nuestros órganos tienen reservado su lugar y su función dentro de la Microcreación, que es el cuerpo humano, al final de su tiempo de desarrollo, su tiempo de gestación".
Entre la primera y segunda parte del cuento del elefante, hay varios años de ejercicio en la búsqueda de los límites propios de la seguridad y la libertad, por cuenta de mi hermano.
- Spoiler - EPÍLOGO (Pinchar para desplegar):
La noticia del abandono de los estudios le sentó muy mal a nuestro padre, que no entendía los propósitos de su hijo mayor, tal vez porque su hijo no los tenía aún suficientemente claros.
Ha sido el tiempo y su propio ejercicio de libertad quien le ha ido descubriendo, paso a paso, su verdadera identidad, dando luz a su entendimiento, a su deber y a su palabra.
Ya había dado el primer paso en el camino de la libertad al alejarse de la seguridad de los padres, y ya conocía varios oficios para ganarse la vida.
Fue entonces cuando decidió cuál sería el segundo paso: NO VENDER NADA QUE NO FUERA BUENO, VERDADERO Y ÚTIL PARA TODOS.
También pensó que no debía dar un paso nuevo, dejando detrás deudas sin pagar.
Lo que él buscaba, en realidad, era el camino de la verdadera libertad y pensó que no podía trazarse, engañando o exagerando las virtudes de nuestro servicio al prójimo.
De su paso por Madrid, Toledo y Talavera extrajo la conclusión de que Dios no gobernaba a los hombres, de que los hombres se gobernaban por ellos mismos y de muy malas formas.
La idea de Dios que nos habían legado nuestros padres y los muy diversos sacerdotes del colegio y los pueblos en que vivimos le abandonó, y en estos años, pretendía la libertad verdadera sin contar con Dios.
Por esto, cabe resaltar, que de sus tres meses en el campamento de formación de reclutas, estuvo los últimos quince días encerrado en un frío calabozo. No sé si por negarse a prestar el juramento a la bandera o por presentar al concurso de murales, convocado entre las diferentes compañías del cuartel, un mural de contenidos pacíficos, donde alertaba sobre los peligros de la fabricación y el uso de las armas, la guerra, la primacía de los intereses privados sobre el bien común y las incertidumbres que presentaba el futuro por estas causas. Contenido que no fue del agrado del jurado, compuesto de oficiales militares.
No sé exactamente porqué se negó a jurar la bandera, pero en esos días había perdido ya al Dios de su infancia y el Dios que le proponían en el juramento le era extraño.
El hecho es que finalmente aceptó participar en una ceremonia privada, en el despacho del Coronel, cambiando el juramento por una promesa, y el asunto del mural quedó olvidado.
Él volvió a encontrar a Dios, cuando en su lucha con el Gobierno ya no quedaba ni tierra para sus pies y se lanzó al vacío antes que rendirse, como se refleja en su diario del TAO, cuando descubre la realidad de Dios en su interior y en la naturaleza y en la totalidad que nos rodea. Comprendiendo su propia razón de ser y la de todos los seres humanos. Explicando nuestra propia presencia en Dios, como se explica la presencia de las células y los órganos que forman nuestro cuerpo, y que, en verdad, vivimos en Dios, en Él nos movemos y Él es nuestra razón de ser. Pero esto fue años después de su estancia en el calabozo.